Si en las últimas tres décadas las inversiones de empresas chilenas en el exterior se centraban en América Latina, hoy las firmas nacionales miran otro horizonte: mercados maduros como Estados Unidos y Europa. Y dentro del Viejo Mundo, España y Portugal.
Ello quedó de manifiesto en el Chile Day realizado en Madrid a fines de la semana pasada, donde los máximos ejecutivos de Colbún, Abastible y el Grupo Patio manifestaron su interés en la península ibérica. Y a ellos se une Forus, que se alista para desembarcar en Barcelona y Madrid con su marca de ropa deportiva femenina BSoul.
No son las únicas. GTD está ya en España e Italia en el negocio de la fibra óptica, los mismos mercados en los que está la constructora Guzmán & Larraín, por mencionar algunas.
¿Por qué Europa? Luis Hernán Paúl, director del Centro de Gobierno Corporativo UC, señala que ‘las empresas chilenas están mirando a Europa porque cuenta con varios países con institucionalidad adecuada, reglas claras, mercados atractivos y posibilidades de asociarse con empresarios locales reputados. Esto les abre oportunidades de crecimiento que hoy en América Latina son más inciertas, por lo cual creo que probablemente veremos más compañías siguiendo este camino’.
Javier Vergara, socio fundador de Valtin Consulting, agrega que ‘tras entrar con éxito en Perú, especialmente en la construcción y el retail; el ingreso en Colombia no fue tan auspicioso, mientras que Argentina es un mercado más complicado y en Brasil hay diferencias regulatorias y culturales que dificultan las inversiones. Así, el paso natural es Estados Unidos y Europa’.
Esta ruta, añade este experto, fue abierta por compañías como Quiñenco al entrar a Nexans en 2008; o Sigdo Koppers, en Bélgica, cuando compró en 2011 Magotteaux.
En ese sentido, Pepe Barroilhet, socio de Spencer Stuart, explica que ‘desde la perspectiva de los gobiernos corporativos, la internacionalización hacia Europa responde a la necesidad de diversificar riesgos y reducir la dependencia de un solo mercado. Además, muchas de estas industrias son espacios donde las empresas chilenas son muy competitivas y pueden transferir sus capacidades para operar exitosamente en otros mercados’.
Y al desembarcar en el Viejo Mundo, apunta a que es más fácil hacerlo en los países ibéricos.
Coincide Paúl, quien sostiene que ‘España y Portugal son mercados que por su tamaño y cultura de negocios son particularmente atractivos para las empresas chilenas que cumplen las condiciones para incursionar allá, las cuales por cierto no son tantas’.
Barroilhet, de Spencer Stuart, enfatiza que ambos países ‘ofrecen más certezas y oportunidades que la región, y para las compañías es sano y necesario crecer fuera: si el territorio local se queda chico, las rentabilidades caen, los inversionistas se inquietan y el talento busca otros horizontes. Por eso, fijar metas ambiciosas y abrirse a nuevos desafíos es clave para sostener el crecimiento de largo plazo’.
En el caso de las firmas energéticas como Colbún, hay otro factor en juego. El socio de Valgesta, Ramón Galaz, explica que el modelo que está vigente actualmente en el sistema eléctrico chileno, con la irrupción de las energías renovables, tuvo un impacto en los costos de manera tal que ‘no permitiría cubrir todos los costos de inversión, mantenimiento y operación de las plantas’, mientras que mercados como ‘España y Portugal manejan diseños de mercado distintos’, donde el precio se forma a partir de la oferta del mercado y no sólo de los costos.
Los caminos
A juicio de Javier Vergara hay cuatro caminos por los cuales las empresas chilenas invierten en mercados maduros como el europeo. El primero y más convencional, es abrir filiales en el exterior, como las oficinas comerciales de SQM o de varias viñas como Concha y Toro.
Una segunda vía es adquirir empresas medianas, como hizo Abastible al comprar Cepsa, con su negocio de gas licuado en España y Portugal, por un valor de € 275 millones, unos US$ 300 millones.
Una tercera ruta es entrar en compañías gigantes, como hizo Quiñenco al entrar en Hapag Lloyd y Nexans, para lo cual se ingresa con participaciones importantes aunque minoritarias.
Y una cuarta forma es haciendo proyectos desde cero, como Antofagasta Minerals con Twin Metals en Estados Unidos, o SQM con Mount Holland en Australia, aunque esto es más difícil hacerlo en Europa.
Pero hay desafíos en esta incursión. Una es que compañías que en Chile son importantes, como Colbún o Abastible, apuntan a compañías que son mid market, un espacio corporativo distinto al que estaban acostumbradas a operar. ‘No estarán entre las top five, sino entre las 150 más grandes y en un mercado más competitivo, aunque más seguro’, señala.
Esto supone cambios de gestión y culturales, así como la difícil tarea de expatriar ejecutivos, cuestión que históricamente ha sido difícil para los profesionales chilenos.
Fuente: DF