Aunque la inversión francesa en Chile no está entre las cinco más altas de los países europeos, la relación entre ambas naciones es larga. De hecho, la Cámara de Comercio e Industria (CCI) Francesa en Chile se fundó hace 140 años y es la más antigua de estas instancias bilaterales, según comenta su recientemente electo presidente, Paul Miquel.
Por eso, el dirigente asegura que hay una sintonía cultural con Chile que les acomoda a los inversionistas franceses. Hoy están presentes de forma transversal, desde el aeropuerto de Santiago y la flota de buses urbanos, pasando por empresas de seguridad y comercio, hasta una red de colegios. Ese marco, comenta Miquel, propicia la llegada de nuevos negocios franceses a sectores estratégicos y con mirada de futuro, lo que será un foco central del debate en el Chile Day que este viernes —por primera vez— se realizará en París.
—¿En qué sectores hay mayor interés para invertir en Chile?
‘Un poco en los temas tradicionales, pero bajo una nueva perspectiva, donde el mundo tiene que cambiar y la estrategia se vuelve un poco distinta. Lo que es energía, cuando se firmó el primer acuerdo UE-Chile, la energía renovable era algo súper lejano, que quizás el año 2100 iban a empezar a verse fuentes solares factibles económicamente; eso se aceleró. Hoy día todo el tema de las nuevas energías, derivados del hidrógeno verde, combustible sintético o amoniaco verde, es un área claramente de interés, porque es un negocio global. Es un sector donde Chile tiene ventajas comparativas importantes, por lo tanto, es natural, siendo Francia líder en esos sectores, que estén en Chile’.
—Teniendo Chile esas ventajas, ¿por qué no hay una mayor presencia de inversión francesa?
‘Chile siempre fue atractivo porque es un país ordenado, donde hay instituciones que funcionan, reglas del juego claras, que pasa por altos y bajos pero las cosas terminan resolviéndose. Tradicionalmente era visto como un mercado pequeño a nivel global; entonces, las empresas pensaban que podía ser interesante, pero es limitado. Creo que eso era relevante en términos de atractivo’.
‘A partir de la discusión de los Acuerdos de París, el tema de la transición energética y del cambio climático empezó a ganar la agenda, y se vio que si no se tomaban medidas el mundo iba a estar en serios problemas. Ahí cambió la visión de Chile en el mundo, ya no era más el país pequeño, ordenado, sino que también era un país que tenía los metales críticos necesarios para la transición energética, porque tiene cobre y litio, y por otro lado tiene ventajas en términos de radiación en Atacama y de vientos en la Patagonia que son casi únicas. Entonces, pasó de ser un mercado que era ordenado pero pequeño a uno que es importante y estratégico’.
—Con esas oportunidades, se requiere mayor capacidad. ¿Existe en Chile una regulación acorde al potencial de inversiones?
‘Todos los países están preparándose. El cambio en términos de inversiones, en temas de sustentabilidad y la forma de ver los proyectos es distinta. La Región de Magallanes, por ejemplo, producía lo que producía y de pronto se ve con proyectos de decenas de miles de millones en inversión. Nadie está preparado para eso, se requiere tiempo y organización del Estado para atender esos proyectos’.
‘Ahora se está discutiendo una nueva ley (sobre el sistema de permisos), porque hay una visión compartida de que esto es un problema para los proyectos, que se están demorando, le quita atractivo al país y se podrían perder inversiones si no se arregla. Pero el trabajo se está haciendo. No es solo legislativo, sino que también de coordinación de servicios y capacidades’.
—Cuando pensamos en los desafíos para concretar esas inversiones, ¿la ‘permisología’ es el principal?
‘Creo que es el gran tema hoy día. Es un problema que viene desde hace mucho tiempo, pero se hace más visible porque ahora los proyectos son más grandes y, en general, más complejos; hay que adecuarse a esa nueva realidad. Ese es un problema, en particular en los temas de energías nuevas, porque todos los mercados son competitivos, hay oportunidades de inversión en todas partes del mundo, entonces para cada uno de los sectores puede haber alternativas. Lo que quiere un inversionista es certidumbre, no importa si el proceso toma diez años o tres años, pero que se cumpla, porque lo meten en su portafolio de inversiones’.
—Pese a sus ventajas, en Chile hay una preocupación sobre la competencia global en estos sectores. ¿Se ha hecho suficiente para no perder oportunidades?
‘El atractivo de Chile viene por esas ventajas. Sería mejor que avanzara más rápido, pero el viento en Patagonia no va a parar, la radiación en el desierto de Atacama no se va a anular, el litio va a estar ahí. Hay temas de oportunidad en algunos sectores más que otros, normalmente la demanda por combustibles sintéticos, solo por temas regulatorios, muestra que va a ser creciente en el tiempo y no hay suficientes proyectos para abastecerla. Eso significa que ojalá Chile fuera el first mover en todo, porque facilita las cosas, pero el mercado va a existir y va a haber siempre espacio para quien tenga capacidad de producción a costos bajos’.
‘El litio puede ser un caso distinto, porque pueden aparecer sustitutos. Pero aunque hay otros países que tienen litio, la institucionalidad chilena es una fortaleza. Juega un poco como mitigador frente al riesgo de que otros países vayan más rápido’.
Fuente: El Mercurio